Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:
¡Por fin! ¡Ha llegado la Fiesta del Verano! Ninguno de los Habitantes del Bosque quisiera perdérsela.
¡En la Fiesta del Verano, Rata Negra dirige la Orquesta formada por Avispas Peludas, Grillos, Saltamontes, y Cigarra toca la guitarra como solista! En la Fiesta del Verano, bajo un cielo estrellado, sin nubes y un aire tibio y perfumado, hay para beber un barril lleno hasta el borde de dulce jarabe de frambuesa.
¿Faltar a esa alegre fiesta? ¡De ninguna manera!
Todos asisten a la fiesta. Pero esta vez hay un extraño: Rana. Nadie sabe quién es, de donde viene ni adónde va, pero de todas maneras le dan la bienvenida. Musaraña le explica:
—Cuando la Orquesta toca la Canción del Bizcocho, empieza el baile.
—¿Qué tiene que ver un bizcocho con la fiesta?
—No lo sé. Nadie lo sabe. ¿Y a quién le importa saberlo, de todos modos? Sólo es una canción que nos gusta, nada más.
Éste, por supuesto, es el gran secreto de los Habitantes del Bosque: no se hacen nunca demasiadas preguntas. La vida, por sí misma, ya es bastante complicada. ¿Para qué complicarla más?
Tejón, calendario en mano, señala que el Día del Verano es mañana, no hoy.
¿Sabéis que le contestaron los cachorros de Oso y Zorro?
—¡Oh, Tejón! ¡Qué importa eso! Una fiesta se puede hacer cualquier día.
Suena la Orquesta y Rana le pide a Urraca que baile con él.
—¡Oh, gracias! ¡Tenía tanto miedo de que me invitara Erizo! ¿Te lo imaginas? ¡Con todos esos pinchos!
Pues bien, Erizo invita a Conejita a bailar; Ardilla se ocupa de la bebida de frambuesa; Rata de Agua ofrece pasteles y, por todas partes, hay gran animación, bullicio y murmullo de conversaciones. La Orquesta toca sin parar y todo el mundo es feliz.
No es difícil ser feliz en el bosque en tanto el Hombre, con sus detestables ideas acerca de la caza, los pesticidas y las trampas, se mantenga bien lejos.
Pero, a decir verdad, hay una cara triste: Cuervo. Con su sombrero hongo metido hasta los ojos y las alas plegadas a la espalda, Cuervo piensa que las cosas no son como debieran.
-¡Gra, gra! Lo digo y lo repito. ¡Gra! Estas fiestas son tontas! - rezonga-. ¿Por qué no celebramos la Fiesta del Otoño o la de la Primavera? ¡A mí ésta no me gusta! ¡No me divierte! Tengo ganas de irme a casa. ¡Eh, vosotros dos! -exclama, volviéndose hacia Castor y Marmota-. ¿De qué os reís?
-¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿Quién, nosotros? Nosotros no… ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Si no nos reímos!
Se desternillan de risa. ¿Y sabéis por qué? Porque Castor acaba de preguntarle a Marmota:
-¿Por qué Cuervo no se quita nunca su sombrero hongo?
-¿No lo sabes? -replica Marmota-. ¡Porque es calvo!
¡Pobre Cuervo gruñón con su cabeza pelada! Dice que todo es pura tontería y se queja de que se aburre en la fiesta.
Pero, la verdad es que lo está pasando como nunca en su vida. Y cuando la fiesta termina y todos se van a la cama, a sus nidos y madrigueras, muertos de cansancio pero felices y alegres, Cuervo se queda, limpiando y recogiendo la basura. Y mientras lo hace, murmura para sí:
«¡Qué divertida es la Fiesta del Verano! He pasado momentos maravillo¬sos. Pero ¡gra, gra! Lo digo y lo repito. ¡Gra! El bosque tiene que quedar muy limpio y aseado para mañana. Si no, ¡qué dirían las flores!»
Este cuento fue extraído de Historias del Bosque
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