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Los genitales de los bebés deben lavarse todos los días. Para evitar infecciones es muy importante eliminar las secreciones y restos de orina que se van acumulando entre el glande (extremo del pene) y el prepucio (la piel que lo recubre). El prepucio se retira suavemente para eliminar las secreciones que se hayan acumulado. Cuando resulta difícil, no hay que forzarlo. Sólo hay que bajar un poquito el prepucio y lavarlo cuidadosamente con agua y jabón (es bueno el momento del baño).
Pero muchos chiquitos tienen unas adherencias que impiden la retirada del prepucio. En esto caso, no es recomendable hacer maniobras bruscas para bajarlo. Así no se resuelve el problema y, además, se puede hacer mucho daño al pequeño. Esas adherencias se van eliminando solas durante el primero y segundo año de vida. No deben confundirse con la dimosis, una estrechez del perpucio que impide que some el glande y, a veces, dificulta la micción. Cuando existe este trastorno, el chiquito debe ser operado entre el tercero y el quinto cumpleaños.
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